miércoles, 9 de abril de 2008

MARTA ETURA, la revelación de una sonrisa

Marta Etura ya no es una promesa. Es una realidad de 26 años. Se dio a conocer en SIN VERGÜENZA (Joaquín Oristrell, 2001), se estrenó como protagonista en LA VIDA DE NADIE (Eduard Cortés, 2002) por la que a punto estuvo de llevarse el Goya a la Actriz Revelación el año pasado, y ha confirmado su talento en dos películas tan diferentes como el agua y el aceite. ENTRE VIVIR Y SOÑAR, de Albacete y Menkes, una comedia romántica, y la que hoy nos interesa, PARA QUE NO ME OLVIDES, un drama que reflexiona con las emociones a flor de piel sobre la pérdida de un ser querido y que ha dirigido Patricia Ferreira. Afortunadamente, Marta es una actriz accesible -no todas lo son, unas por trabajo y otras por divismo- a la que no le importa quedar para tomar café y charlar sobre una película que se acaba de pasear por el Festival de Berlín y en el que se ha llevado el Oso de Plata al Mejor Actor Fernando Fernán Gómez.

La cita se organiza en un día y es ella misma la que escoge el lugar. Un café de la calle Toledo, muy cerca del Teatro La Latina, que le pilla a un tiro de piedra de su casa, en el Rastro madrileño. Llega quince minutos tarde, con un abrigo, una bufanda y un gorro rojo. Se disculpa varias veces, algo poco habitual, y deja caer una mirada que impide cualquier reproche. Nerviosa e inquieta, Marta tiene una capacidad asombrosa para pasar de la ternura a la sonrisa, lo hace sin esfuerzo, con la misma naturalidad con la que se sienta sin importarle estar a la vista de público. Será que, de momento, parece inmune al virus de la fama.

¿Qué hace una chica de San Sebastián en una ciudad como Madrid?
Vine a estudiar interpretación. Había mirado las Academias a través de la revista Fotogramas y descubrí que había algo así como tres escuelas bastante potentes: la de Cristina Rota, la de Juan Carlos Coraza y la de William Lector. Y me dije, ‘pues voy a probar entre las tres y la que más me guste, me meto’. Y la primera que probé, por algo que no recuerdo, fue la de Cristina Rota, y me dije, bueno pues aquí me quedo, porque me moría de ganas de empezar ya y de currar.

¿Allí rodasteis SIN VERGÜENZA, la película de Joaquín Oristrell? No que va. Fue en una escuela que se construyó expresamente en Alcalá de Henares. Había una cárcel que ya estaba en desuso, y allí se montó la ficticia. Lo que sí pasó fue que Joaquín Oristrell fue a la de Cristina Rota para ver cómo funcionaba una escuela, para ver cómo eran los alumnos, los ejercicios, la profesora. Fue para tener referencias a la hora de escribir después el guión.

Y le sacó partido. Sí, porque en un principio había pensado actores conocidos como Elena Anaya, Gustavo Salmerón, gente más conocida, con más tirón. Pero se encontró con algo rico en la escuela, y le gustó el rollo, le gustaron los alumnos, así que se dijo: ‘pues voy a probar también con estos chicos’. Nos hizo pruebas y al final salimos todos de la escuela de Cristina.

Fue una apuesta arriesgada. En ese sentido me parece de una generosidad enorme meter a ocho noveles en su película, que son muchos, ¿no? Porque normalmente los directores no se atreven ni con uno, así que imagínate con ocho. Después se nota que le gusta tratar con los actores, que recibe muy bien las propuestas. A mí, en particular, cuando me encuentro con un director que escucha la propuesta del actor me encanta porque da rienda suelta a tu creatividad. Y dice, ‘bueno a ver que me propones tú, luego lo ajustamos a lo mío, o igual me gusta más lo tuyo, o no o me gusta más lo mío’, pero por lo menos está abierto. Yo creo que el cine es un trabajo de equipo, como lo es el teatro, la televisión, todos son trabajos de equipo. Cada uno aporta sus conocimientos y el director debe recoger todo.

Hablando de conocimientos, ¿has dejado de estudiar? He intentado no perder el hilo. Es una profesión en la que tienes que seguir siempre aprendiendo, lo que pasa es que a veces es difícil, porque no tienes tiempo. He conocido el cine gracias a los rodajes. En cada película que he hecho he aprendido mucho sobre el medio, porque cuando hice SIN VERGÜENZA no sabía ni lo que era la marca de cámara, ni lo que era nada. Cada medio tiene su truquillo. Igual que en el teatro tienes que prestar más atención a tu voz y a tu expresión corporal, en el cine lo tienes que hacer con la mirada… y lo vas aprendiendo según vas trabajando. Por eso he dado clases de voz, de danza o de cuerpo, porque creo que es fundamental poder expresarte con tu cuerpo.

He leído que te gustaba mucho la danza y que te dio pena dejarla. Siempre he querido ser actriz y siempre he tirado por la interpretación, pero me ha dado mucha pena no poder dedicarme también a la danza. Me hubiese gustado dedicarme a las dos cosas pero hubiese sido imposible porque las dos exigen dedicación exclusiva. Aunque siempre que tengo huecos, me escapo para dar clases de danza. Ahora por ejemplo, el cabaret que estamos montando tiene muchas partes con coreografías.

¿Un cabaret? Sí, lo estoy montando con unos amigos. Tiene partes de interpretación, sketchs y coreografías.

Lo vais a estrenar en Madrid. Sí, en cafés teatro, en salas pequeñas como la Sura, o la Plaza de las Artes, así. Una sala pequeña que nos permita un rollo cabaretero, tipo mesas con sillas, para que la gente se tome la copa...

Hablemos de la televisión. Casi todos los actores jóvenes de los que se nutre el cine vienen de la televisión. Lo tuyo es una excepción porque a penas se te ha visto en la pequeña pantalla. Hice dos capítulos. Uno de RAQUEL BUSCA SU SITIO y otro de RITA.

¿No te gusta, o es que no te llaman? Me han llamado hace poco y la verdad es que me ha dado pena decir que no, porque creo que todos los medios de interpretación son interesantes, tele, teatro, cine. Lo que pasa es que la tele requiere un compromiso que a mí, ahora mismo, no me apetece. Y ya sé que decir ‘no me apetece’ es fuerte, porque puede sonar a soberbia, en el sentido de que tampoco una puede estar mirando lo que le apetece, pero… Igual después la cago diciendo que no, pero comprometerme con una serie supone que me llega un guión para rodar de repente en Francia, en Chile o en otro sitio que me interese pues no podría hacerla. No sé si he hecho mal o bien.

Acabas de estrenar PARA QUE NO ME OLVIDES. Es una película muy dura, con unos niveles afectivos muy grandes. A mi me pasó cuando leí el guión: me afectó muchísimo, hasta el punto de que lloraba, y lloraba, y no paraba de llorar. Es verdad que no he pasado el mal trago de la protagonista, perder un ser querido, pero todo el mundo ha tenido un duelo, aunque no se te haya muerto, alguien que te ha abandonado, alguien que se ha ido. Además te revuelve por dentro porque habla de cosas muy humanas, muy fuertes. Las despedidas, la memoria, el duelo, cómo lo vive cada uno...

Dice Patricia Ferreira, la directora, que tendemos a evitar esos temas y que por eso quiere que la película haga pensar sobre la propia vida. Algo así como para reconciliarte con tus duelos y con las cosas que has vivido, y hacerlo a través de lo que has visto en la película. Es verdad.

Eso acentúa todavía más la diferencia entre tus dos últimas películas, ENTRE VIVIR Y SOÑAR y PARA QUE NO ME OLVIDES, una comedia romántica y un drama. La de Albacete y Menkes la rodé en noviembre-diciembre de 2003 y la de Patricia Ferreira en febrero-abril del 2004. Casi seguidas. Y ese es uno de mis sueños, hacer películas diferentes. Me gusta mucho tanto en actores como en directores. Cuando veo un director que hace una totalmente distinta me parece genial. Aunque a los actores, en España, no se lo permiten. Te encasillan a la primera de cambio.

Tú no te puedes quejar. SIN VERGÜENZA, una comedia, 13 CAMPANADAS un ‘thriller’, LA VIDA DE NADIE un drama, ENTRE VIVIR Y SOÑAR otra comedia, LA VIDA QUE TE ESPERA otro drama... La verdad es que no, no me puedo quejar.

¿Qué crees que vio en ti Patricia para proponerte este papel? Me llamo para tomar un café conmigo y me comentó que me había visto en Treces campanadas, y que había visto una relación de amor de mi personaje con el de Juan Diego Botto que le gustaba mucho para su historia. Me dijo que en su guión de Para que no me olvides había una historia de amor muy parecida. Que quería algo así, aunque en otra película, en otra historia y con otro personaje.

¿Dijiste que sí a ojos cerrados? Al principio dudé un poco, porque me parecía excesivamente dramática. Pero después me di cuenta de que en la película se habla de cosas importantes. Por ejemplo, hay una cosa que me gusta mucho y es que el personaje de David, mi novio en la ficción, se descubre después de que haya muerto. Se nos a entender que el David que conoce el abuelo, el que conoce la madre y el conoce la novia, son tres personas distintas. Al final, cuando se unen los recuerdos de los tres, aparece una personalidad desconocida. Me gusta cómo se habla de la memoria de los muertos, del pasado, de las cosas que no se pueden olvidar.

En poco tiempo te ha tocado trabajar con Juan Diego, Carmen Maura, Verónica Forqué, Fernando Fernán Gómez, Emma Vilarasau... ¿Cómo ha sido el trabajo con todos ellos? A priori, cuando me dicen que voy a trabajar con Juan Diego, o con Fernando Fernán Gómez, tengo sensaciones muy fuertes: una de miedo, de respeto, de si estaré a la altura de gente que tiene muchas tablas y que además son muy buenos actores. Otra de alegría inmensa, por estar con gente a la que admiro por su trayectoria, su trabajo. Y al final, otra de tranquilidad, en el sentido de que la mitad del curro te lo facilita tu compañero. Por ejemplo, en el caso de Juan Diego (LA VIDA QUE TE ESPERA), cuando me miraba a los ojos, la mitad del curro ya me lo estaba dando él. Es una mezcla de respeto y placer. Hasta ahora he tenido mucha suerte de trabajar con gente muy potente.

Hablando de esta película de Gutiérrez Aragón –LA VIDA QUE TE ESPERA–, ¿tienes la sensación de que ha sido marginada tanto por la crítica como por el público? Me da rabia porque parece que este año sólo existe una o dos películas. La vida que te espera pasó completamente desapercibida, lo mismo que Inconscientes, y creo que son películas bien hechas, diferentes, originales y me da pena. Creo, aunque yo no me atrevo a sentenciar, que puede ser por dos cosas. Por un lado la promoción está muy mal llevada en nuestro país, y así ocurre que películas con un bajo presupuesto como ésta o Inconscientes, la última de Oristrell, se quedan sin dinero para promoción. Y entre eso y que al lado se estrena una película americana o la película de Amenábar, que de repente tiene una promoción brutal, la otra desparece por completo. También, creo que por parte de la Academia, no toda, pero sí una parte, prefiere votar por sus amigos, sus compañeros o sus colegas, en lugar de hacerlo objetivamente.

A Oristrell le pasó también con LOS ABAJO FIRMANTES. Se la comieron. Como MAR ADENTRO se comió al resto del cine español, este año. Nosotros igual con LA VIDA QUE TE ESPERA, estrenamos, y duró dos semanas en cartel porque no hicieron promoción de la película. No porque no quisieran, sino porque no quedaba dinero para hacerla. Esa es la clave: si no tienes dinero para promocionarla y no mantienes la película en la sala, pues ni funciona, porque no hay tiempo para que funcione el boca a boca. Al final parece que hay sólo tres películas, pero no es así.

Qué hace Marta Etura cuándo no está trabajando. Pues estudió inglés, danza... Hago todo lo que no puedo hacer cuando ruedo: leerme un libro, tomarme el domingo para descansar, levantarme tarde, desayunar leyendo el periódico, ir con mis amigos a tomar el aperitivo, meterme en el cine, lo que hace todo el mundo. Soy muy normal y corriente.

¿Echas de menos Donosti? Echo mucho de menos la playa. Pero me gusta mucho Madrid. He estado siempre a caballo entre San Sebastián y Madrid. A veces Madrid me agota y necesito irme. Y cuando estoy allí, tanta paz, tanta tranquilidad, tanto bienestar, me hace que eche de menos la “vidilla”. En San Sebastián echo de menos el ritmo de vida que tiene Madrid, tan rápido. Aunque aquí la gente no pasea, siempre va a algún sitio, y en San Sebastián es todo lo contrario, siempre dedicas una o dos horas de tu tiempo a pasear, por la playa, por el monte.

¿En qué te pillamos, qué hemos interrumpido? Ahora estaba ensayando las coreografías del cabaret. Y dentro de nada voy a casa a vestirme y a maquillarme para el pre-estreno de esta noche.

¿El pre-estreno? Sí, el de ENTRE VIVIR Y SOÑAR, la película de Albacete y Menkes.

¿Te quedarás a verla? En Madrid nunca me quedo porque viene mi familia, mis amigos, mis profesores, y me pongo muy nerviosa. Prefiero no verla, porque mientras la estoy viendo, estoy pensando si aquí les habrá gustado, si aquí la he cagado, lo habrán visto, sí, no, y al final termino supernerviosa, así que prefiero no verla.

Pagamos el café y la botella de agua, Marta se pone su abrigo y su gorro y nos despedimos en la calle como dos amigos que acaban de tomar el café. A ella le espera la promoción de la película, o lo que es lo mismo, más entrevistas, más fotos, y prepararse para su siguiente papel.

Andrés Fierro. Publicado en la revista EVASIÓN nº 41, Marzo de 2005

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